Cuándo tienes 6 años creo que se es hasta un poco tonta.
Se hacen cosas que claro, por la edad, parecen bien echas, pero que cuando las recuerdas siendo mayor comprendes que no eran más que tonterías de la edad. Y luego, en las reuniones de amigos, al comentar cada uno sus recuerdos de esa edad, te suben los colores; menos mal que todos hemos tenido 6 años alguna vez.
Recuerdo que en el colegio, dónde dicen que tenemos que ir cuándo somos niños si queremos llegar a ser muy listos de mayores (por lo menos, eso dicen mis padres, y algo de razón deben tener, porque no son precisamente dos burros), no se me daba muy mal. Sólo recuerdo que tenía una manía tremenda: me empeñaba en ser la primera en todo; tenía que ser más rápida que ninguno en hacer los trabajos, en aprender a sumar, en comer, en comprender las lecciones; sólo así me llegaba a sentir a gusto, y si, por cualquier circunstancia no podía ser la campeona (ni que decir tiene que aunque mi esfuerzo era grande, no siempre lo conseguía), los siguientes dos minutos me sentía bastante infeliz. Mi padre se reía y me decía que me parecía al equipo de fútbol del Real Madrid, al que le gustaba ver en la tele: si no ganaba, era un fracaso. Yo no comprendía que la vida no siempre es como queremos que sea. Mis padres me decían que no pasaba nada, que ser el primero en todo, además de muy difícil, es hasta aburrido. Yo, una niña de 6 años, no me daba cuenta de estas cosas. Ahora, que soy mayor, ya lo sé.
Hablando de mis padres, cómo les quiero. Eran para mi mis dos conseguidores de cosas. Mis ídolos. Mi padre, trabajaba tanto que yo pensaba que dentro tendría un motor de gasolina o algo así, porque pocas veces se cansaba. Dibuja muy bien (cómo le envidio) y además, toca en una banda de rockandroll; ¡sí hasta tengo una canción dedicada para mí! ¡faltaría más! Y mi madre, la mejor. Me gustaría mucho ser como ella, aunque sé que es difícil. Es como una gallinita que cuida de sus hijitos que se convierte en un pastor alemán cuando tiene que defenderlos del mundo. Una maravilla. Yo les miraba con admiración y no comprendía cómo eran capaces de ser tan listos. Todo lo que yo les preguntaba, lo sabían. Podían hacer cualquier cosa. Si me ponía enferma, ellos sabían que hacer. Si se estropeaba la tele, ellos sabían como arreglarla. Si necesitaba ropa, sabían exactamente cuál era mi talla. No fallaban nunca. Era una sensación feliz darse cuenta de lo mucho que me querían. Aunque a veces tardaba un poco en entender por qué debía hacer esto y no lo otro.. cosas de la edad.
Qué fiestas hacíamos cuándo era mi cumpleaños. Invitaba a todo el mundo, y mis abuelos organizaban una comilona que no veas. Había música, baile, juegos, mucha gente.. Sobre todo mis amigos, esos amigos de la infancia que luego recuerdas con cariño, a los que veía diariamente en el colegio, en el barrio, en el parque.. Es curioso, cuándo tienes 6 años piensas que el mundo sólo tiene 10 kilómetros de largo, y sólo existe tu ciudad, tus amigos y familiares más cercanos y poco más. No te das cuenta de que somos tantos que casi ni cabemos en la tierra. Vas conociendo poco a poco que hay más gente, más ciudades, más países.. Cuándo llamaba mi abuela desde su casa en Galicia, tenía la impresión de hablar con una persona de otro mundo. Y cuándo iba a pasar unos días a su casa en verano, era para mí tan largo e interesante el viaje como debe ser ir a Marte. Todo cambiaba. Cambiaba el idioma (tamben aprendín a falar galego, e lo sigo praticando a cada viaxe que fago), cambiaba la casa, cambiaba la gente. Todo era nuevo para mí. Y diferente. Ahora desde mi mayoría de edad pienso en ello, y sonrío, por que estoy segura de que mi hermana empieza a pensar también así.
Porque tengo una hermana. Es más pequeña que yo y todavía está en edad de aprender. Yo trato de cuidarla y enseñarla las cosas que yo he ido pasando, para que a ella no la pillen tan de sorpresa. Es muy lista, y creo que cúando sea tan mayor como yo soy ahora, será muy inteligente. Verla jugar con sus cacharros sin darse cuenta de nada me recuerda cuándo tenía su edad, y sólo me preocupaba la fecha de aparición del vídeo de Pocahontas. Está aprendiendo tantas cosas a la vez que a veces pienso que su pequeña cabecita no va a poder guardar tantas cosas. Pero en seguida me acuerdo que yo también he pasado por esas edades, y se lo cuento, y se ríe, y me mira con esos ojos de admiración y respeto hacia la hermana mayor. Me gusta.
Es que cuándo tienes 6 años la vida se ve de otra manera.
Y además, cuándo te haces mayor, te das cuenta que es muy fácil seguir siendo feliz, si te lo propones.
Por cierto, ayer fue mi cumpleaños. Hoy ya tengo 7 años.